Vivimos en un mar de brisa. El movimiento de la brisa, suave o huracanada, no depende de ti. Lo que sí depende de ti, es el arte que desarrolles para moverte en los vientos. Y quién sabe… tal vez, cuando muchos desarrollemos ese arte, los vientos huracanados cesen. O tal vez, no nos importe si cesan o no, porque entenderemos que la propia naturaleza del aire es útil para acariciarnos y agitarnos.