Sensibilidad y delicadeza son virtudes que cuando las observamos nos fascinan, pues hacen que el tiempo por un momento se detenga. Esto es debido a la absoluta Atención Plena que se necesita para entregarte a una acción teniendo en cuenta hasta el mínimo detalle. La Atención Plena no implica solo a la mente, sino a todo el cuerpo; cada movimiento es sentido y expresado desde la total Presencia. La mente no vuela sino que esta Presente observando cada gesto y sentir, y los pies se sitúan firmes sobre la tierra conscientes del lugar que ocupan.