Date cuenta de la vida que hay en tus manos, y de lo que aún les queda por hacer. A través de ellas manifiestas la expresión de tu mente y alma. Incluso heridas, lesionadas, agrietadas, envejecidas… tus manos te mantienen en cada momento en contacto con lo inmediato. Agradécelas, siéntelas y acéptalas tal y como son en este mismo momento.